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DIÁFANOS

La serie Diáfanos de Julia Carrillo (1987) utiliza nociones matemáticas para construir cuerpos geométricos en los que el manejo del color determina la transparencia o la solidez de cada plano. En apariencia estas figuras nos remiten a geometrías concretas, formas estables y conocidas, sin embargo, al ser contempladas con detenimiento podemos observar la forma en la que éstas mutan por medio de los juegos ópticos que generan sus planos. 

 

Estas pinturas funcionan casi como dispositivos ópticos, las superficies que se intersectan fluctúan entre ellas, cambian de espacialidad mas no de lugar, hasta que logran dar origen a un tercer espacio que nos invita a fijar la mirada en él: la intersección, ese tercer lugar donde la forma se encuentra, es siempre uno y otro espacio pero a la vez ninguno de ellos. Es lo común, lo compartido, lo traslúcido. Es por ello que las intersecciones se nos presentan como espacios que están siendo y no siendo a la vez, lugares donde dialogan formas ideales y utópicas. 

 

Es a partir de la condición inacabada de las figuras donde surgen espacios que parecen invitar al espectador a proyectar su imaginación y terminar la figura, creando su interacción para formar parte de ese sistema translúcido y dinámico. Cada pieza genera varias lecturas distintas dentro de la misma figura, los planos cambian de perspectiva por medio del color, una superficie puede estar en una dimensión o en otra dentro de la misma forma,  transposición de planos por medio transparencias flexibles y transitables. Sistemas complejos que se activan mediante el encuentro con otro sistema complejo, el de la percepción, cuya construcción de un orden es ilimitada por lo que en cada mirada surgen nuevas formas de interpretación del mismo suceso.

Mónica Salinero

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