JULIA CARRILLO: LA INTUICIÓN MATEMÁTICA QUE SE ABRE AL ARTE
Mientras realizaba sus estudios para la Maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, varios de los proyectos artísticos que Julia Carrillo llevó a cabo fueron hechos tejiendo diferentes hilos y filamentos. En el ambiente formal y académico de la escuela, Julia encontró que el tejer es una técnica alternativa, ciertamente no inusual en las artes, pero que ella identificó entonces como una forma esencialmente femenina de representación. Ya en esta época de experimentación la artista comenzó a explorar la posibilidad de crear tejidos con base a ciertos patrones geométricos de iteración y su reflejo en fractales.
En realidad, el interés de Julia Carrillo en el tejer va más allá de la sola actividad de crear tejidos materiales. La atención de la artista está enfocada más bien en el tejido mental por el que generamos los entes de espacio y tiempo—las intuiciones puras de Kant—entretejiendo conceptos, percepciones y experiencias. Gracias a su formación profesional en las matemáticas y en especial en la geometría, Julia comprende las infinitas posibilidades para la representación de formas del espacio a través de diferentes modelos topológicos. Por otra parte, su interés por la filosofía—especialmente la platónica de las formas puras y la pitagórica de la armonía celestial—le ha dotado con las facultades para reconocer y ponderar el gran debate histórico y filosófico sobre la naturaleza del tiempo y del espacio. Pero Julia ha comprendido que el arte ofrece un potencial singular y único para abordar el tema: sabe que través del objeto artístico es posible crear intuitivamente formas del espacio-tiempo experimentales y visionarias, en contraste con la ciencia, que permite la descripción de la realidad externa pero inhibe la creación intuitiva de ésta. La posibilidad de la creación intuitiva y abierta que permite el arte es lo que ha llevado a Julia Carrillo a decidirse por la actividad artística dejando de lado una prometedora carrera científica. Sin embargo, sus intereses intelectuales y artísticos están a la vez plenamente cimentados en la mejor tradición del pensamiento científico y filosófico occidental, una cualidad que permite a la artista desplazarse con facilidad entre el rigor y la sistematización del pensamiento científico y la libertad y la creatividad de la imaginación artística.
La relación especial que Julia Carrillo tiene con las ciencias surgió de manera natural por haber crecido en un ambiente familiar en el que las discusiones sobre temas científicas eran habituales: ambos padres de la artista son reconocidos investigadores en los ámbitos de las matemáticas y de la física. No es de sorprender, entonces, que la joven Julia haya decidido llevar a cabo su licenciatura en al ámbito de las ciencias: entre 2008 y 2012 cursó la Licenciatura en Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, ya en este tiempo como estudiante universitaria comprendió que su interés por las matemáticas radicaba en el hecho de explorar y dominar un lenguaje—el matemático—que ella intuía le sería siempre de utilidad en procesos creativos. De este tiempo surge en ella un interés especial por los conceptos del infinito y el límite—los pilares del cálculo infinitesimal. Se interesa también por la relación entre las descripciones físico-matemáticas del espacio a través de representaciones topológicas y de teorías como la de la gravitación; y, de manera especial, la artista desarrolla una gran curiosidad por la aproximación filosófica a los conceptos de tiempo, espacio o infinito.
Su acercamiento al arte ocurrió de igual manera en forma natural, pues en realidad ya desde niña ella sentía una gran curiosidad por la creación artística. Esta curiosidad nata le llevó, hacia el final de su carrera, a cursar dos materias optativas en el campo artístico, una experiencia que a su vez la llevó descubrir las posibilidades de comunicación y exploración del arte—y a su decisión de que a partir de entonces ese sería su campo de expresión. Inmediatamente después de su graduación en 2012, Julia Carrillo inició la Maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, estudios que completó en 2014. Ese mismo año llevó a cabo una residencia de perfeccionamiento artístico y producción en la Manhattan School of Visual Arts de Nueva York.
Fiel reflejo de sus intereses al momento de graduarse, el proyecto de instalación Fronteras de lo Ilimitado (2014) sintetiza la voluntad escultural a través de tejidos de la artista con su interés por la exploración científica y en especial con su visión de nuevas geometrías espaciales. Julia encontró una inspiración para esta obra en el trabajo de la matemática Daina Taimina, conocida por utilizar el tejido con gancho para realizar modelos tridimensionales de planos hiperbólicos. En su proyecto, Julia Carrillo utilizó alambre de cobre para crear una serie de formas tridimensionales que abrazan y contienen espacios internos de inusuales geometrías. Estos volúmenes internos es lo que en la topología geométrica se denominan manifolds, espacios cuya descripción sobrepasa a la geometría euclidiana pero que en escala reducida o local pueden ser descritos por la geometría clásica. La instalación final aparece al espectador como el campo de juego de un Dios que se entretiene tejiendo universos.
Un proyecto más temprano, de 2013, muestra de nuevo la conjunción entre ciencia y arte que caracteriza la voluntad creativa de la artista. Cámara lucida, de 2013, está constituido por una serie de intrigantes fotos de lo que parecen ser orificios y agujeros vistos desde el interior de un espacio totalmente oscuro. Cámara lucida se refiere al invento, desarrollado a principios del siglo diecinueve, de un aparato óptico utilizado como ayuda para dibujar, mediante una proyección, un objeto complejo; el invento fue un desarrollo de la cámara obscura, que a su vez fue el antecesor directo de las cámaras fotográficas. La cámara lucida fue utilizada hasta recientemente en el arte, pero fue usada sobre todo por algunas disciplinas científicas—como la microscopía o la paleontología—para el dibujo de estructuras complejas. Las fotografías de Julia Carrillo parecen conducirnos al interior de la caverna de Platón, en la que el único saber posible es el derivado de percibir algunas sombras dentro de la oscuridad, pero desde donde también la verdad se abre a quien esté dispuesto a mirar hacia el origen de la luz. Por otra parte, las imágenes también remiten al interés de la artista por el fenómeno de la luz como generador de la percepción del espacio—al atravesar e iluminar el vacío—y del tiempo, pues la luz del sol al desplazarse sobre las superficies va marcando la línea de la temporalidad—va dibujando, pues, el tiempo.
Este interés por la luz y las sombras como generadoras del espacio y del tiempo es explorado en un nivel más complejo en la instalación Ánima Mundi, desarrollada entre 2014 y 2015 en el Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes. Aquí, el enfoque de Julia Carrillo se ha desplazado hacia la experiencia del espectador, invitándolo a recorrer un espacio en el que luces y sombras en movimiento alteran su sensación de espacio y de tiempo, generando con ello nuevas percepciones espacio-temporales. El espectador se mueve en torno a una estructura conformada por una trama tridimensional geométrica y estática, la cual al ser iluminada por luces guiadas por medio de mecanismos electromecánicos produce un efecto de sombras en movimiento que dibujan en las superficies el paso del tiempo en el espacio. Ánima Mundi es en efecto un microcosmos en el que el espectador se desplaza por el vacío como un planeta siguiendo una órbita acíclica en torno a un extraño sistema solar. Si en nuestro mundo nuestra noción de espacio y tiempo está condicionada por el movimiento de nuestro planeta alrededor del sol, fuente de luz y de fuerza gravitatoria, en Ánima mundi Julia Carrillo propone la experiencia de un espacio extra-solar, en el que las sombras y el movimiento de las fuentes de luz nos llevan a desestructurar el sentido de lugar cotidiano y a asimilar la experiencia de la instalación como un paradigma espacial y temporal totalmente nuevo. De esta manera la artista aspira a llevar la exploración matemática y topológica de nuevos espacios a la experiencia misma de los espectadores. Para lograrlo, utiliza la geometría y la tecnología como medios, dando primacía a la experiencia fenomenológica de la luz y de las sombras como generadoras de la intuición espacio-temporal.
El desarrollo artístico de Julia Carrillo apunta de lleno a uno de los fenómenos fundamentales de la cultura de nuestros tiempos, un fenómeno cuya resolución quizás sea cada vez más urgente y necesaria: la necesidad de generar un conocimiento multi- y trans-disciplinario que tiende no solo puentes sino verdaderas arterias entre la ciencia y las artes a fin de resolver los dilemas de un mundo globalizado y ambientalmente amenazado. Julia Carrillo es consciente de que la ciencia por si sola no es capaz de resolver los problemas más acuciantes de nuestra época, en espacial en los temas relacionados con los aspectos más humanos, éticos y emocionales, y que la ciencia requiere de aproximarse al arte a fin de generar formas más creativas de pensar la naturaleza. Por otra parte, ella considera que los artistas pueden acercarse más a las ciencias a fin de asimilar sus formas de indagar y comprender el mundo, generando con ello proyectos de arte de especial relevancia para un mundo cada vez más tecnificado. La disposición de Julia Carrillo para operar dentro de los dos campos, las ciencias y las artes, puede ser en realidad una prefiguración de un futuro no muy lejano en que tal colaboración sea cada vez más desarrollada. En este sentido, Julia Carrillo puede liderar una generación de jóvenes cercanos a la tecnología pero insatisfechos con las soluciones ofrecidas por las ciencias.
Miguel González Virgen
Lovaina, Bélgica, 22 de Abril de 2015.